jueves, 27 de octubre de 2011

Guerra y violencia

La guerra y la violencia en la era tecnológica
Jorge Enrique Linares






[Fragmento del artículo publicado en Intersticios, núm.16, 2002]

La humanidad lleva en sus entrañas la violencia como signo de su finitud, de sus carencias, de sus miedos y de sus excesos, en suma, como huella de la hybris consustancial a su ser; pero el hombre también lleva inscrita en su ser una potencialidad para la paz y la concordia, para el altruismo y la cooperación. La violencia no puede ser eliminada, al parecer, pero tampoco puede ser cancelada la perenne aspiración a un estado de paz.
    
     El desafío moral para la humanidad en el futuro inmediato es la contención de la violencia, el dominio de los impulsos tanáticos colectivos para fortalecer las fuerzas de la vida y de la paz, de la tolerancia y del respeto a la dignidad humana. Mientras exista ética, puede sobrevivir la fuerza del mensaje de no violencia, de tolerancia y de concordia.

     A principios del siglo XX, los intelectuales europeos confiaban en el progreso moral de nuestra civilización y pensaban que la barbarie había sido ya superada. Ahora, ante los múltiples regímenes opresivos, el genocidio, el terrorismo, el exterminio étnico y religioso o la amenaza nuclear, la conciencia ética tiene una nueva dimensión: sabemos ya de lo que el hombre es capaz si posee los medios tecnológicos, si la tecnología está destinada en su diseño y en el uso, hacia los fines del exterminio.Hemos perdido ya la inocencia. Además, el colapso de la autoridad religiosa y la decadencia de la creencia en un Dios han dejado un vacío de ley moral universal. Sabemos que ninguna ley religiosa ha podido impedir el carnaval de la crueldad (en palabras de Glover) que ha sido el siglo XX.

     A partir de ello, no podemos aspirar a la realización de una utopía ética de armonía universal ni a la realización a largo plazo de una paz perpetua, como proponía el filósofo de Königsberg. La ética de nuestros tiempo no puede ser una ética de leyes máximas, sino quizá una ética de acuerdos y pactos mínimos; no puede ser una ética de razón pura, de valores absolutos, sino una ética concreta que comprenda la complejidad y dinamismo del mundo de la vida.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Este número de Intersticios es excelente. ¿Dónde puedo conseguirlo completo?

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